Algún día llegarás al final del pasillo
y abrirás la puerta de la habitación del amor.
Un hombre sonriente te arreglará la persiana
para que entre el Sol de invierno
con la fuerza de un día de verano.
Para entoncés ya habrás desayunado
jugo de poesía luminosa
para alimentar a tu fiera salvaje.
Agradecerás al mensajero
y al mensaje su visita
con un sincero abrazo.
Sorprendentemente tranquila
despertaste descubriendo
la luz que siempre había estado
esperando que habrieras los ojos
del corazón.
Sabes que el viaje a lo desconocido
acaba de empezar.
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