La práctica sincera del camino

Todos los budas-tathagatas juntos no han hecho más que transmitir el asombroso dharma y actualizar anuttara-samyak-sambodhi, para lo cual existe un método insuperable, no ficticio y maravilloso. Este asombroso dharma, que ha sido transmitido sólo de buda a buda, sin diferencias, tiene como criterio jijuyu zanmai.

Para retozar libremente en este samadhi, la verdadera puerta está en practicar zazen con una postura bien derecha. Aunque este dharma es inherentemente abundante en todas las personas, no se manifiesta sin práctica, y no se alcanza sin realización. Cuando se suelta, el dharma te llena las manos; no está en el interior de los límites del uno o los muchos. Cuando intentas hablar, te llena la boca; no está limitado por vertical u horizontal. Los budas moran y mantienen continuamente este dharma, aunque no queda rastro alguno de conceptualización. Los seres vivos funcionan y utilizan constantemente este dharma, pero su percepción no lo capta.

La práctica sincera del Camino de la que hablo permite existir a todas las cosas en la iluminación y nos permite expresar unicidad en el sendero de la emanciapación. Cuando atravesamos la barrera y abandonamos toda limitación, dejamos de preocuparnos de distinciones conceptuales.

Para todos los acentros y los budas que han morado manteniendo el budadharma, practicar sentados bien derechos en jijuyu zanmai es el sendero auténtico para llegar a la iluminación. Quienes han alcanzado la iluminación, tanto en la India como en China, han seguido este camino. Y es así porque todo maestro y todo discípulo ha transmitido correcta e íntimamente este método sutil, y recibido y mantenido su auténtico espíritu.

De acuerdo a la tradición transmitida inequivocamente, el sencillo budadharma que ha sido simplemente transmitido es supremo entre lo supremo. Desde el momento que empiezas a practicar con un maestro, las prácticas de quemar incienso, postrarte, nembutsu, arrepentimiento, y lectura de sutras no son esenciales, sólo siéntate, abandonando cuerpo y mente.

Cuando uno adopta el mudra búdico con todo el cuerpo y la mente, sentado derecho en este samadhi, aunque sea por corto tiempo, todo el mundo dhármico se convierte en el mudra búdico, y todo el espacio del universo se transforma totalmente en iluminación. Por lo tanto, permite a los budas-tathagatas aumentar el gozo dhármico de sus propios mundos originales y renovar los ornamentos del camino del despertar. De manera simultánea, todos los seres vivos de las diez direcciones del mundo dhármico y los seis reinos se tornan claros y puros de cuerpo y mente, realizando una gran emanciapación, dando paso a la aparición de su rostro original. En ese momento, todas las cosas despiertan a la vez a la suprema iluminación y utilizan el cuerpo búdico, yendo de inmediato más allá de la culminación del despertarse, y sentándose derechos bajo el regio árbol del bo. Al mismo tiempo, hacen girar la incomparable y gran rueda del dharma y empiezan a expresar un prajña profundo, real y esencial.

Existe un sendero a través del que retorna (a quien está en zazen) el anuttara-samyak-sambodhi de todas las cosas, y por ello, esa persona y la iluminación de todas las cosas se asisten entre sí de manera íntima e imperceptible. Por lo tanto, esta persona en zazen acaba abandonando cuerpo y mente, tranciende puntos de vista ilusorios y pensamientos anteriores, despierta un genuino budadharma, ayuda universalmente la labor búdica en todos los lugares, tan numerosos como átomos, en los que los budas-tathagatas enseñan y practican, y tiene una gran influencia sobre los practicantes que trascienden lo búdico, exaltando vigorosamente el dharma que trasciende al Buda. En ese momento, como la tierra, las hierbas y los árboles, las cercas y las pareces, las losas y los cantos rodados, como todas las cosas en las diez direcciones de la esfera dhármica, llevan a cabo un trabajo búdico, todo recibe el beneficio del movimiento del viento y el agua provocado por este funcionamiento, y todo ello es imperceptíblemente ayudado por la extraordinaria e inaprensible influencia búdica a fin de actualizar la iluminación en cuestión. Como quienes reciben y utilizan este agua y este fuego amplían la influencia búdica de la iluminación original, todos los que viven y hablan con ellos también comparten y despliegan universalmente la infinita virtud búdica, y hacen circular el inagotable, incesante, inaprensible, e inconmensurable budadharma dentro y fuera de todo el mundo dhármico. No obstante, estas diversas y mutuas influencias no se mezclan en las percepciones de esa persona sentada, porque tienen lugar en la inmovilidad sin ninguna fantasía, y son iluminación en sí mismas. Si práctica e iluminación estuviesen separadas, tal y como suele creer la gente, les sería posible percibirlas como tal. Pero lo que está asociado con las percepciones no puede marcar la pauta de la iluminación porque el sentimiento ilusorio humano no puede alcanzar la calidad de iluminación.

Además, aunque tanto mente como objeto aparezcan y desaparezcan en la inmovilidad, como sucede en la esfera autónoma (jijuyu) sin mover una mota de polvo o destruir ni una sola forma, se lleva a cabo un trabajo búdico y se expande una profunda y sutil influencia búdica. La hierba, los árboles y la tierra afectados por este funcionamiento irradian una gran luminosidad juntos y no dejan de exponer el profundo y asombroso dharma. Hierbas y árboles, cercas y muros lo demuestran y exaltan por consideración hacia los seres vivos, tanto ordinarios como sabios; y a su vez, los seres vivos tanto ordinarios como sabios, lo expresan y despliegan por consideración a las hierbas y árboles, cercas y muros. La esfera del propio despertar y del despertar de otros está fundamentalmente dotada con la cualidad de una iluminación que no carece de nada, y permite que la pauta de la iluminación se actualice incesantemente.

Por ello, incluso aunque sólo una única persona se siente durante un corto plazo de tiempo, como ese zazen es uno con toda la existencia y permea totalmente todo el tiempo, lleva a cabo una orientación búdica eterna en el interior del inextinguible mundo dhármico del pasado, presente y futuro. Zazen es igualmente la misma práctica y la misma iluminación tanto para la persona sentada como para todos los dharmas. El sonido melodioso continúa resonando mientras rebervera, no sólo durante la práctica sentada, sino antes y después de ser golpeada por el martillo. No sólo eso, sino que todas las cosas están dotadas con la práctica original en el rostro original, que es imposible de calibrar.

Debéis saber que ni aunque todos los budas de las diez direcciones, tan numerosos como las arenas del Ganges, pongan juntos de manifiesto el poder total de la sabiduría búdica, nunca podrán alcanzar el límite, ni medir o abarcar la virtud del zazen de una sola persona.

Kosho Uchiyama

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