El vino

Amigos, si la verdad de mi estado habéis comprendido,
Aquí está el camino ante vosotros: seguid mis pasos.
Pues, por el Cielo, aquí no hay dudas, ni vagas imaginaciones.
Conozco a Dios, con un conocimiento en parte secreto, en parte proclamado.
Bebí la copa del amor, y luego la poseí,
Y se ha convertido en mi posesión para siempre.
Que Dios recompense al que me prodigó su Secreto,
Pues generosidad, verdadera generosidad es conceder el Secreto.
Hubo un tiempo en el que oculté la Verdad, y La velé cuidadosamente,
Y quien guarda el secreto de Dios tendrá su recompensa.
Luego, cuando el Donador me permitió proclamarla,
Me hizo capaz -y cómo, no lo sé- de purificar las almas,
Y me hizo ceñir la espada de la constancia,
De la verdad y de la piedad, y me dió un Vino:
Todo aquel que bebe de él no puede dejar de beberlo,
Tal como un hombre ebrio que necesita embriagarse más.
Me he convertido en su escanciador, más aún, soy yo quien Lo ha prensado.
¿Hay alguien más que Lo escancie en este tiempo?
No te sorprendas de que hable así, pues nuestro Señor
Mismo ha dicho que Él elige como objeto de Su Gracia
A quien Él quiere, y da sin contar.
Esta es la Gracia de Dios: Él la da a quien quiere.
¡A Él toda Alabanza, Gloria y Acción de Grscias!

Señor, con el Espíritu del Amado, Tu Espíritu,
Con el Espíritu de Santidad ayúdame, facilita mi tarea
Desata mi lengua. Señor. Que alguien comparta mi carga.
Alguien de entre Tus ayudantes verdaderos, y no me confundas
El Día de la Reunión. Señor, colma con Tu Presencia
Y saluda con Tu Paz, bendice, magnifica, exalta
Al Espíritu del Amado, en la Morada del Secreto.

Sayj Ahmad Al-Alawi

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