Rubaiyat

Olvida que tenías que ser recompensado ayer y no lo fuiste. Sé feliz. No lamentes nada. No esperes nada. Lo que debe suceder está escrito en el libro que ojea al azar el viento de la Eternidad.

¡Qué débil es el hombre! ¡Qué ineluctable es el destino! Hacemos juramentos que no cumplimos, y nuestra vergüenza nos es indiferente. Yo mismo actúo a menudo como un insensato. Pero tengo la excusa de estar ebrio de amor.

Los eruditos y los sabios más ilustres han caminado en las tinieblas de la ignorancia. Y sin embargo eran las luminarias de su época. ¿Lo que han hecho? Han pronunciado algunas frases confusa, y se han dormido.

Actúa de manera que tu projimo no tenga que sufrir por tu sabiduria. Domínate siempre. No te abandones jamás a la cólera. Si quieres encaminarte hacia la paz definitiva, sonríe al Destino que te golpea, y no golpees a nadie.

Lámparas que se apagan, esperanzas que se encienden. Lámparas que se encienden, esperanzas que se apagan. Noche.

Bebe vino, pues dormirás mucho tiempo bajo tierra, sin amigos, sin mujeres. Te confio un secreto, los tulipanes marchinos no vuelven a florecer.

Un jardín, una joven ondulante, una urna de vino, mi deseo y mi amargura: he aquí mi Paraiso y mi Infierno. ¡Pero quien ha recorrido el Cielo y el Infierno!

¿Nuestro tesoro? El vino. ¿Nuestro palacio? La taberna. ¿Nuestros fieles compañeros? La sed y la embriaguez. Ignoramos la inquietud, pues sabemos que nuestras almas, nuestros corazones, nuestras copas y nuestros vestidos maculados no tienen nada que temer del polvo, del agua y del fuego.

El vasto mundo: una mota de polvo en el espacio. Toda la ciencia de los hombres: palabras. Los pueblos, los animales y las flores de los siete climas: sombras. El resultado de tu meditación perpétua: nada.

¡Si supieras lo poco que me interesan los cuatro elementos de la naturaleza y las cinco facultades del hombre! ¿Dices que algunos filósofos griegos podían proponer cien enigmas a sus auditores? Mi indiferencfia la respecto es total. ¡Trae vino, toca el laúd, y que sus modulaciones me recuerden las de las brisa, que pasa como nosotros!

La Rueda gira, indiferente a los cálculos de los sabios. Renuncia a esforzarte vanamente en enumerar los astros. Medita, más bien, en esta certidumbre: debes morir, no soñarás más, y los gusanos de la tumba o los perros vagabundos devorarán tu cadáver.

Nadie puede comprender lo que es misterioso. Nadie es capaz de ver lo que se esconde detrás de las apariencias. Todas nuestras moradas son provisionales, salvo la última: la tierra: ¡Bebe vino! ¡Basta de discursos superfluos!


Omar Khayyam

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