Shikantaza

Debería ser el maestro más adecuado el que enseñase shikantaza de manera personal e individual. Aunque practicar shikantaza por uno mismo basándose en lo que se ha leído resulta menos peligroso que el estudio de koans sin supervisión, las instrucciones adecuadas existentes son muy pocas.

El Fukanzazengi de Dogen Zenji contiene buenas instrucciones pero es de difícil comprensión. Especialmente difícil de comprender es cómo trabajar con la mente, y cuál es la relación entre práctica e iluminación. Explicaré brevemente cómo practicar shikantaza.

En términos generales, pueden describirse tres fases en zazen: la primera trata de armonizazr el cuerpo; la segunda, la respiración; y la tercera, la mente. La primera y la segunda son iguales tanto en zen con koans cómo en shikantaza. No obstante, la tercera, armonizar la mente, se lleva a cabo de manera muy distinta en las dos prácticas.

En shikantaza, hay que contar con una fe muy firme en el hecho de que todos los seres son básicamente budas. Dogen Zenji dice en el noveno capítulo de Gakudo Yokin-shu (Precauciones al aprender el camino):

"Debeis practicar en estrecho contacto con el Camino. Quienes creen en el Camino del Buda deben creer en el hecho de que su propio yo se haya en medio del Camino desde el principio, y por lo tanto no hay confusión, falsas concepciones, puntos de vista distorsionados, aumento o disminución, y ningún error. Contar con una fe de ese tipo y comprender un camino y una práctica de ese tipo según esa fe, es el aspecto fundamental del aprendizaje del Camino. Al sentaros intentáis cortar de raíz la conciencia. Ocho, e incluso nueve de cada diez podrán ver el Camino -experimentar kensho- repentinamente."

Ésta es la clave de la práctica de shikantaza. Pero eso no significa en absoluto que haya que creer que la propia vida, pequeña y mezquina, es la vida del Buda. ¡Al contrario! Se trata de desechar todo tipo de egoismos y convertirnos en una hoja de papel en blanco; sentarse, permanecer sentados con resolución. Permanecer sentados incondicionalmente, sabiendo que el mismo sentarse es la actualización de la budeidad... ése es el fundamento de shikantaza. Si la propia fe en cuestión es débil, entonces shikantaza también lo será.

Al practicar shikantaza debéis manteneros mentalmente alerta, una cuestión de vital importancia para los principientes, ¡e incluso quienes llevan practicando diez años pueden considerarse principiantes! A menudo, y debido a una concentración débil, nos tornamos autoreflexivos o caemos en una especie de trance o estado mental extático. Esa práctica puede que sea útil para relajarse, pero nunca conducirá a la iluminación y no es la práctica del Camino del Buda.

Cuando se practica shikantaza con total sinceridad se suda, incluso en invierno, pero no es posible mantener una atención mental así de intensa durante largos períodos de tiempo. Puede que penséis que podéis hacerlo, pero se trata de un estado mental que se irá relajando por sí mismo. Por ello es conveniente sentarse en períodos de entre media hora y una hora, para a continuación incorporarse y llevar a cabo un período de kinhin, meditación andando.

Durante el kinhin, hay que relajar la mente un poco. Refrescándose, para luego volver a sentarse y seguir con shikantaza.

Practicar shikantaza no significa quedarse sin pensamientos, aunque no obstante, durante shikantaza no hay que dejar que la mente vague. Ni siquiera hay que contemplar la posibilidad de iluminarse o converetirse en un buda. En cuanto surgen los pensamientos se deja de practicar shikantaza. Dogen lo dice con mucha claridad: "No intentéis convertiros en un buda".

Sentaros con una concentración tan intensa, con tanta paciencia y tanta atención que, si alguien os tocase mientras estáis sentados, ¡pudiera saltar una chispa! Sentándonos de esa manera retornamos de manera natural al Buda original, a la verdadera naturaleza de nuestro ser.

En esa situación, cualquier cosa puede zambulliros en la súbita realización de que todos los seres son originalmente budas y que toda existencia es perfecta en sí misma desde siempre. Esa experiencia se llama iluminación. Experimentarla personalmente resulta tan intensa como una explosión, y a pesar de lo bien que conozcáis la teoria de las explosiones, sólo una explosión real es una explosión. De la misma manera, por mucho que sepáis sobre la iluminación, hasta que la experimentéis, no seréis íntimamente conscientes de que sois budas.

En pocas palabras, shikantaza es la práctica verdadera de la propia budeidad desde el principio, y, al practicar shikantaza diligentemente, cuando llegue el momento realizaréis ese hecho por vosotros mismos.

No obstante, practicar de esa manera puede implicar mucho tiempo antes de alcanzar la iluminación, y dicha práctica unca deberá interrumpirse hasta que se realiza totalmente la iluminación, y aunque uno se convierta en un roshi (maestro zen), hay que continuar practicando para siempre, porque shikantaza es la actualización de la propia iluminación.

Hakuun Yasutani

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