Renaciendo

Hablar sobre técnicas de meditación es una necesidad sólo hasta que comenzamos la práctica. Practicando comprendemos sin palabras. Eso es meditar. Además, hace miles de años que los grandes maestros hablaron por nosotros. Ya está todo dicho. Lo único que hacemos al conversar o al compartir conocimientos es dar vida a algo inefable, quizás del mismo modo que cantan los pájaros o silba el viento. Una vez hemos vivido el fluir de la meditación, aunque sólo sea un momento, el trabajo posterior consiste en agrandar la brecha hasta inundarnos del todo. Ahogarnos sin miedo, al contrario, inmersos en el placer. Es posible que la brecha cueste un poquito de abrir. Dependerá del estado de cada uno. El flujo constante hace que la naturaleza cree maravillas como el cañon del colorado. La evolución de la práctica se incrementa exponencialmente. Los efectos de la práctica son acumulativos. Las opciones para encauzar la práctica ilimitadas. Siempre nos guiará a todos lo esencial. Y lo esencial es algo que vamos descubriendo paso a paso, constantemente. Practicando nuestra consciencia intermitente puede transformarse en consciencia continua. El hecho de desviarnos del camino puede suceder en cualquier momento. También en cualquier momento podemos volver a la ruta sólo tomando conciencia de ello. No llegamos a ningún sitio determinado. Somos consciente de cada paso. Nacemos en cada paso. En cada expiración morimos y en cada inspiración volvemos a la vida. Estemos donde estemos estamos en casa.

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